Frío y feo

Me espera el frío invierno, sería gracioso y elegante de quedarse como los invitados, sin embargo en este trozo de planeta donde habito, el hábito es soplar viento norte hasta el templo convertir en témpano.

Es lo que tiene la orografía del terreno, 1000 metros de altura dan veladas holgazanas, nieblas, nubes y cumbres heladas, que algunos días son mejor evitar, levitar sobre el hogar sin zapatillas y con suelo calefactado, mirar a través del cristal cómo la naturaleza ha perdido toda su gracia, cerrar los pórticos y en breve, guardar las ovejas y los caballos, aprovisionamiento de forraje y leña, y bastante bricolaje, todavía queda pintura, de arte y de parte de la casa.


Y con el tiempo restante, inventar cuentos de invierno, leer unos cuantos
 clásicos, escribir adaptaciones, reinterpretaciones cinematográficas, y juegos de mesa.

En la cocina el guiso se hace solo, tres horas de cocido y dos para los asados, conservas en vinagre y verduras embotadas, legumbres con algas, hongos con huevos y cereales, almíbar en flanes, galletas de jengibre con canela,
vainilla y flores secas para los chocolates, con pimienta rosa; de sal, poca, y de especias, como la vida misma, con arrojo y decisión.

Y con el mejor humor, por supuesto y por favor, búscolo, encuéntrolo, créolo, lo que sea, que sólo por esta vez, el fin justifique los medios. La risa es el arma más poderosa en el ser humano, dijo Gandhi, con poderosa razón y bonita emoción; cuánto bien hace sonreír, es fácil, sólo con poner los labios así, siempre hacia arriba, una máxima del optimismo y la gracia en movimiento.


Vallada la cerca, la vida en pareja se allega, se hace añeja, se acabaron los compromisos sociales afuera, las pequeñas colaboraciones para un mundo mejor, las fraternales comidas de hermandad y paternidad responsable al aire libre con nuestros semejantes, las interminables tardes de trabajos comunitarios voluntarios...


Ahora yacen días de feo frío, gotas gélidas de rocío y sombras congeladas, ten cuidado por dónde andas, evita cruzar las grandes aguas y por tres meses no tengas razones para ir, ni quehacer por vivir más allá del límite de tu confín, pues el hielo se ha hecho ya duro y quebradizo, es mejor guardar cobijo al abrigo de la piel de invierno, donde saltan chispas del calentamiento por roce entre dos imanes que se repelen por iguales; el momento resultante, sustenta y alienta en lo íntimo el Pebetero, y para el resto, brasero! Un regalo de mi bisabuelo, herrero. 
Así las camas humean Palosanto, madera con encanto, la magia de los bosques, mejorada en infusión con miel y limón, y valeriana para toda la semana, paz, relajo y todo en calma.

Excepto el viento del noreste, aunque reconocerlo en contra ya no me cueste, ha cambiado de dirección, ahora es oeste, pero sigue norte frío y feo, encontrar vida en él es tarea aparte...