Seis lo acompañaron, entre todas lo vaciaron, a gusto se quedaron, con una pizca de sal, batido lo dejaron, licuada la mantequilla, espumósea con la albúmina, y al echar la harina fina, sin grumos se mezclaba, cuando todo ello mojado en leche se bañaba, llegó su echada a la crepera, así el huevo alumbraba lo que el fuego quemaba, y de esta manera fue, que uno sólo parió seis, y qué ricas estaban!