CARTA A PABLO

...y a todos los que se suicidan, aunque nunca la lean.


Estabas enfermo desde hacía muchos años, de una enfermedad invisible a la mayoría de las personas y la sociedad entera. Y sin embargo en España, 1 de cada 5 está diagnosticado de ella.

10 años han pasado desde que soñé contigo, y entendí que buscabas ayuda, las cosas en tu vida empezaban a torcerse, y tú a desmoronarte.

Yo te acompañé desde la sombra, donde me contactaste; un revés en tu trabajo hizo que intuyera lo que luego me confirmaste a la luz del día, sin el sentir que debajo tenías, al fin y al cabo, a cualquiera le puede pasar, y como eras marido y padre de familia, seguías adelante, no te dejaste vencer, al menos en apariencia.

Después vino otro revés de salud, empezaste a perder el olfato y el gusto, qué curioso, olfato para los negocios y gusto por la vida, ahora lo uno todo. 

En aquel momento, sólo eran cosas que le pueden ocurrir a cualquiera, que no matan, pero dan información sobre lo que por dentro pasa.

Y seguías adelante, poquísimos padres conozco que se hicieran cargo de su casa y de sus hijas como tú lo hiciste, pues tu mujer, que me perdone, es más bruta e insensible que un arado.

Además de una tremenda egoísta. 

Y a pesar de todo, cuidabas de ella, de las niñas, de la casa, y de tu trabajo con horario flexible, siendo fiel a todos y todas hasta el final.

Y trabajabas como puta por rastrojo a horas tardías cuando todas en tu casa, plácidamente dormían, porque de ello te habías debidamente ocupado. Tú el último. Y ellas, las reinas.

Y antes de ayer, dejaste de ocuparte de despertar a tus hijas, como hacías siempre.

En lugar de eso, cogiste el coche, y en un árbol te colgaste y pusiste fin a tu vida. 

Hay que tener mucho valor para ello, porque los seres humanos estamos programados para la supervivencia, e ir a buscar la muerte, es desafiar a la naturaleza. 

Sin drogas, sin dulces, a pelo. 

Por desesperación, seguramente, pero todos sabemos sacar fuerzas de donde no pensábamos que las teníamos, y sin embargo ocurre. Un acto heróico en un momento determinado, que no es este el caso, aunque sí de valentía. 

Las personas ignorantes lo achacan a problemas económicos, laborales, de salud...pero yo sé que tenías el bicho dentro, al fin y al cabo, la vida es dura, todos sufrimos, y tan sólo algunos se suicidan. 

Por qué? Porque la enfermedad que tenías es una enfermedad silenciosa, mal de comprender, de difícil ayuda, y donde sólo las personas que están muy cerca, pueden acompañarte en el camino de la curación, del que siempre se salva un@ mism@, por mucho que a los médicos y sanadores les pese. 

La mente es maravillosa y a fecha de hoy una incógnita, sabemos muy poco sobre ella, y la industria farmacéutica y los gerifaltes del poder están por la labor de someternos y hacernos sumisos a ellos, no libres y autosuficientes.

Y por eso se explica que se gasten un dineral en diagnósticos de prevención, como una mamografía al año a partir de los 35, colonoscopias preventivas, citologías cada 6 meses, cronificación de enfermedades y otras tantas barbaridades que, en nombre de nuestro bienestar y salud, llenan las arcas de millones de empresas y sostienen la economía mundial.

Y las unidades de salud mental en España tienen escaso personal, cuando el número de pacientes aumenta, locos no peligrosos, mucho estrés que genera ansiedad, que desgasta y termina en incapacidad para afrontar incluso las pequeñas cosas de la vida, para las que todos tenemos preparación suficiente, y sin embargo, cada vez a más personas les cuesta seguir el ritmo. 

Y toman pastillas para dormir, pastillas para bloquear la serotonina que además actua en el cortisol, y pastillas para estar tranquilos, y pastillas y más pastillas, dinero y más dinero... 

Y su mente no sana, tan sólo se aquieta, se adormece, se convierten en muertos vivientes, gracias a las drogas que les permiten seguir adelante. 

Pero su vida no cambia, en la profundidad vive alojado el bicho, unas veces por herencia, condicionamiento, otras exceso de inteligencia, falta de paciencia...muchos son los factores y todos están bajo la superficie, en el interior más profundo, y los cambios profundos horrorizan, porque el cerebro reptiliano tiene pavor a mover nada...es tan delicado el equilibrio interno que ha llevado tantos millones de años perfeccionar que, a pesar de los fallos de programación, la capacidad de supervivencia es inamovible.

Sin embargo, al igual que ocurre en los casos de cáncer, o ataques al corazón, o cualquier otra enfermedad mortal, de las enfermedades mentales, unos se salvan y otros mueren, en este caso, el 17% por suicidio.

Siento mucha pena, porque Pablo puedo ser yo, y yo no me quiero morir, pero no quiero vivir así, y el camino para sacar afuera el bicho es largo y muy penoso, y de poc@s compañer@s.

Porque a todos nos gusta la gente optimista, agradable, amable, sonriente, que nos contagie ganas de vivir, con la que se puede ir a cualquier parte y todo es genial. Y pocas son las personas que aguantan estar cerca de un ser que sufre y no sabe por qué le pasa lo que le duele, ni cómo hacer para remontar día a día el cansancio vital que tiene. Y al final lo abandonan, se muestran indiferentes y lo aíslan, lo dejan sol@, y es entonces cuando, sin la ayuda y el apoyo de las pocas personas en las que se puede confiar en la vida, se dejan vencer.

Lo siento Pablo, como siempre, los mejores os vais antes de este mundo, pues a los malos no los quiere ni Dios. Te agradezco la conexión, todo está bien.


THE END