Poesía prosaica

Poseía antología de poesía, llena de renglones torcidos,
donde debí habitar lo divino, virtud de aquello que le dió ser,
hubo ocultado al infinito el hábito de amarme a mí misma,
y quedó sin paz.
Recurriendo a motivos sin fin, ignorancia de pobre costumbre,
envolver lo propio, atisbar lo ajeno, el orgullo del pueblo,
y aún sin saber cómo es que pasó y porqué.
Un error sin tacha.
El ánimo maloliente de la herida ultrajada,
llevada entre pecho y espalda como flecha envenenada,
la travesía apenas alcanzó la falda del monte,
sin ver al monje.


© Siena International Photo Awards 2017

Hombres vulgares lo intentaron, en lo oscuro germinaron,
terminaron sus promesas de la vida eterna, agarrados a un clavo
ardiente, punzante e hiriente, lo aquello no fecundado
se ha malogrado.
Victoria de las huestes, pestes y plagas, todo aparece danzando;
doquiera que mire, en mareo me veo, lo encuentro muy feo; mi retirada hacia el hogar, abatido, el dragón queda dormido,
todo está vacío.
Libro mis batallas y ejercito mis soldados a puerta cerrada,
libre de infieles, incautos, insípidos, improbables e intocables,
vendo mis heridas cicatrizando a ritmo de jazz. Vendida,
igual bendecida.
Apago la luz de la entrada, aquí yace morada para la nada,
lo esencial queda invisible, sostengo la mirilla entrecerrada,
evito lo necio, trabajo dentro, limpio lo sucio, ordeno lo limpio.
Queda como nuevo.
Atesoro un sinfín de detalles, almaceno recuerdos imborrables,
encajo golpes inevitables mientras me recojo en pedazos,
cojo lo que me cabe en las manos, hago acopio de valores,
todo está bien aquí.
Te echo en falta sin vencerme, sin que me falte la fuerza
doy fe y me alienta, verme atenta y dispuesta, sin cuesta,
cuán de inmensa es la vida, sorprenderme teniéndome prendida,
ocúpame toda.
Sostenme quieta en el mundo, invítame a quedarme con amor,
dímelo al oído interno, callado, suave tu voz perenne,
dame esperanza, disuelve lo eterno, asegúrame tu lugar en el cielo,
conforme al sentir.
Subiré a la montaña, buscaré el ser más espiritual,
la morada del alma en mi cuerpo recuperado, santuario!
la mente serena y el ánimo contagioso, libre de ejercicio ocioso
me uniré a ti.